Verdad y libertad

Masacres Verdad y libertad

A propósito de la entrega, este 28 de junio, del informe final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, que es un relato colectivo e incluyente que explica qué pasó durante el conflicto, por qué pasó, qué consecuencias dejó en las comunidades y qué debe hacerse para que esta experiencia no se repita, los invitamos a leer una reflexión biblio-teológica sobre la importancia de la verdad.

Por Anderson Torres, Dinamizador Territorial Regional Bogotá – Centro, DiPaz.

Bogotá. Cundinamarca. A penas a unos días de la entrega del informe final de la comisión de la verdad, acerca de los hechos ocurridos en el marco del conflicto armado colombiano, se vive en el país un ambiente de muchos cambios a propósito de las elecciones presidenciales; cuyo resultado ha sido motivo de todo tipo de apreciaciones y muchas de ellas desde una preocupación por la libertad o más bien por las libertades que se supone van a surgir o van a desaparecer.

Al interior de las comunidades cristianas es muy poco lo que se dice acerca del informe final de la comisión de la verdad. Parece extraño, pues la verdad es de un gran valor teológico cuando se analiza el texto bíblico. Puede ser que la interpretación tradicional asimila a Jesús como verdad absoluta; y allí hay para toda posible reflexión sobre la verdad que vaya más allá de la figura del mesías. Sin embargo, las palabras dichas por Jesús, según uno de sus discípulos más amados, nos invita a pensar en la verdad en relación con la libertad y con otras ideas interesantes que vale la pena revisar con calma.

«31 dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú:¿ Seréis libres?

Juan 8:31

Este fragmento del discurso de Jesús hace referencia a sus palabras, es decir, a su predicación como un lugar en el que sí permanecen conocerán la verdad; y conocer tal verdad traerá libertad. Si observamos en bloque su predicación, expuesta en este y otros relatos, salta a la vista que se trata de un proyecto de ser humanos. Una propuesta para vivir la religión y las tensiones sociales y políticas de su tiempo con una mirada novedosa y revolucionaria.

El amor, las relaciones profundas y un alto nivel de preferencia por los más pequeños de la creación son algunas de las propuestas más impactantes. Y pueden tener implicaciones serías para quienes decidimos seguir su mensaje; y para quienes lo siguen sin darse cuenta. Como dice el apóstol Pablo hablando de todos los que no somos judíos, “tienen la ley escrita en el corazón, porque su propia conciencia y sus propios pensamientos o los acusan o bien les indican que están haciendo lo correcto”.

En este punto los seguidores de Jesús contemporáneos necesitamos una fuerte dosis de humildad para reconocer que Dios trabaja en los corazones y en la vida de todas las criaturas de la creación, más allá de nuestras pretensiones religiosas, es decir, Dios no espera que los cristianos decidamos servirle y seguir su proyecto para actuar. La acción de Dios se moviliza todos los días, “las piedras hablan”, si es necesario, y cada uno decide si se involucra en tal proyecto de amor.

Debería ser para todos los que profesamos creer en la verdad, de un gran valor el trabajo que desarrollan un grupo de personas buscando escuchar la voz de las victimas y los victimarios para esclarecer la verdad de los hechos. Escuchar al otro y valorar su historia se parece a los que hacía Jesús en sus relaciones. La comisión de la verdad sin duda se ha tomado el trabajo de discernir los tiempos en los que vivimos en contra de la hipocresía que parece reinar en la opinión pública, no solo de nuestra corta historia como colombianos, sino que reinó también en tiempos de Jesús y fue motivo de su denuncia.

Es importante decir que no se trata de legitimar un esfuerzo social, el de encontrar la verdad, como una acción cristiana; sino por el contrario proponer un abordaje de las acciones cristianas más conectado con la realidad política y social del contexto, tal como Jesús plantea sus abordajes. Sin pretender aislar su figura a una postura política absoluta. Más bien avizorando las posibilidades de amor que hay en el reconocimiento de un esfuerzo tan grande que da como resultado del diálogo y la escucha, un informe final para que todos sepamos la verdad más posible de los hechos ocurridos.

¿De que nos hace libres la verdad de Jesús?

Es una gran pregunta, cuya respuesta no es concluyente ni univoca, puede tener múltiples rostros dependiendo de como se tome a Jesús y como se tome el texto bíblico. Sin embargo, se pueden decir, con certeza, algunas generalidades: Nos libera de la forma de vida que vivimos en este mundo lejos del amor, nos libera del egoísmo y la religiosidad hipócrita que no permiten amar genuinamente y nos libera del pecado del desamor.

Está libertad es sin duda una forma nueva de vivir y de actuar en el mundo, más allá de los deseos impuestos que acogemos como personales. La libertad que permite reconocer al otro como importante y su voz como fundamental para construir un nuevo proyecto de humanidad. El informe final de la comisión de la verdad y los informes anteriores emanan está libertad. Pues la verdad puede ser siempre muy subjetiva, pero no por ello es imprescindible.

Es válido que muchos respondan ante tal esfuerzo de escucha y paz, que jamás han necesitado libertad, así como dijeron los judíos “jamás hemos sido esclavos”. Pero ellos se equivocaban, porque después de Abraham, fueron esclavos en Egipto por muchos años. Y cientos de años más tarde, luego de ser constituidos como nación, también fueron esclavos estando divididos en dos reinos primero uno esclavizado por el imperio Asirio y luego el otro por Babilonia. Estás son historias que hacen parte de la cosmovisión judía, era imposible que estos que interpelan a Jesús no las conocieran, lo cual hace parecer que jamás aceptaron tal esclavitud. Está es una postura ante la historia importante, pero desconoce las posibles esclavitudes que vivieron en el pasado y las que vivían en su tiempo y sobre las cuales Jesús les propone libertad.

Los seguidores de Jesús contemporáneos podemos tomar la misma postura o bien aprovechar el momento para reconocer la esclavitud grande que sufre nuestra percepción del país. Y ver con nuestros propios ojos y juzgar con juicio propio, otra mirada de verdad que nos libere de la comodidad que no nos ha permitido llevar el amor de Dios a las criaturas mas pequeñas de Colombia, a los que han sido invisibilizados y a quienes se les ha negado hasta hoy la libertad de saber que pasó con sus seres queridos, con sus pueblos, con sus tierras.

Tal vez con el nuevo horizonte político sea hora de que desde el sector cristiano del país dialoguemos con quienes buscan la verdad, de manera más contundente y podamos aportar el amor y la libertad que vivimos en muchos casos para nosotros mismos. Expresar la figura del salvador mas allá del personaje de Jesús y aprendamos a ver como su propuesta de vida se despliega por todos los rincones del mundo oscuro en el que vivimos.

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