Abelardo Caicedo, firmante del acuerdo de paz, Líder del Consejo Político Local en Tierra Grata, Cesar.
Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor.
1 Corintios 13:13 NTV
El pasado 2 de septiembre se llevó a cabo en el corregimiento de Estados Unidos, municipio de Becerril en el Departamento del Cesar, un acto de “Reconocimiento de responsabilidad” por parte de los antiguos comandantes del Bloque Caribe de las FARC-EP, por las afectaciones sucedidas en ese territorio por cuenta de los hechos ocurridos allí, durante la duración del conflicto. El objetivo de este acto es promover la convivencia pacífica, la no estigmatización y la confianza entre los diferentes actores que garanticen la no repetición de lo sucedido, es por ello que una delegación de DiPaz y de la Universidad Reformada, fueron los encargados de iniciar la apertura con un acto litúrgico, en presencia de autoridades civiles, policiales, representantes de víctimas, habitantes de este corregimiento, funcionarios de la Agencia de Reincorporación y Normalización (ARN), la Misión de Verificación de las Naciones Unidas (MVONU), y población en proceso de reincorporación.
En este contexto podemos mencionar que el acto se presentó bajo un escenario sentido de reconocimiento de acciones que perturbaron el normal desarrollo de esta comunidad, sobre todo, en los años noventa, época en la cual el conflicto alcanzó dimensiones dantescas, que impactaron negativamente el tejido social, la convivencia y el desarrollo productivo de esta zona escondida de la llamada Colombia profunda.
El evento estuvo marcado por varios elementos que valen la pena destacar, el primero fue desde el acto litúrgico, en el cual DiPaz invitó a las personas presentes a reafirmar su compromiso con la construcción de paz, la reconciliación y la convivencia, como pilares fundamentales de las transformaciones sociales positivas desde los territorios.
En segundo lugar podemos comentar que el acto de reconocimiento de responsabilidad por los daños causados directa o indirectamente contó con la participación de dos actores que hicieron parte directa del conflicto, en efecto policías y excombatientes, se sentaron en la misma mesa, para participar de un acto propio del postconflicto, un hecho que para generaciones futuras genera tranquilidad y sosiego, por saberse herederas de una paz que aunque incompleta aún, florece en medio de los cada vez menos escépticos y relegados sembradores de desconfianza.
En tercer lugar, se pudo evidenciar el trabajo colectivo de todas las organizaciones presentes, población víctima, firmantes de paz, funcionarios de la alcaldía y participantes de otras entidades, que en medio de la actividad se reconocieron como personas que le apuestan a la paz, como constructores de reconciliación y artesanos de la sana convivencia.
Por último, y más importante es mirar la generosidad inagotable de las víctimas, que, a pesar del sufrimiento y el dolor, han decidido no dejarse llevar por el resentimiento y más bien desde su interioridad más genuina, entregar el perdón como muestra inconfundible de reconciliación, poniendo por delante la verdad de lo sucedido sin dilaciones, la justicia por el daño causado y la reparación justa que repare el tejido social que espera reconstruirse con el compromiso de todos y todas. Una de las acciones que se cumplió fue el embellecimiento de espacios públicos, como el parque principal y sus alrededores, enmarcados dentro de los llamados Trabajos, Obras, Acciones con contenido Reparador y Restaurador (TOAR), que resultan una herramienta trascendental en el cumplimiento futuro de las sanciones que la Justicia Especial para la Paz, impartirá.
Para finalizar este acto, todas las personas presentes recibieron una manilla, que fue fiel testigo de que la reconciliación y la paz, pueden llegar a convertirse en realidad, bajo la voluntad de un territorio, que, aunque sufrido, tiene como patrimonio la esencia misma de la convivencia y el perdón, cosas que en sí mismas merecen ser contadas a través del testimonio de una generación entera, que ya no piensa en la guerra.



Elina Cristina Vargas
Promotora Proyección Social y Paz, Unireformada