‘Los espacios culturales, construyen comunidad’

Mural dentro de la NAR de La Elvira

El pasado 16 de abril DIPAZ y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz visitaron la NAR de la Elvira, Miranda, Departamento del Cauca, tuvieron la oportunidad de entrevistar a una persona en proceso de reincorporación. Ella hace un llamado al Gobierno para que cumpla con la implementación del Acuerdo Final de Paz, y a la población para que se empodere en temas de participación política y exija sus derechos. 

Por Carolina Toro

Cali, Valle del Cauca. Camilo* es un hombre de tez trigueña oscurecida por el sol. Atlético, de sonrisa generosa y que militó catorce años en las filas de las FARC luchando, según él, por alcanzar un país mejor. Hoy es uno de los hombres que enfrenta otro tipo de lucha, una, al lado de su esposa y su hijo, por sacar adelante los proyectos productivos de la NAR de La Elvira, Miranda, Departamento del Cauca.

Desde muy joven se vinculó a la Juco, Juventud Comunista, en Popayán, de donde es oriundo, y unos años más tarde decidió unirse a la extinta guerrilla de las FARC. “Lo que más me convenció (de unirse a la guerrilla) fue la desigualdad; tanto maltrato hacia la gente de bajos recursos (…) cuando yo trabajaba tuve que sufrir, por parte de una persona déspota y ruin, muchas humillaciones (…) y así era con todo el mundo. Yo sentía que eso no debía ser así, y pensé que desde ese espacio podría cambiar las cosas, equilibrarlas un poco”, dice mientras sonríe.

Reconoce que no ha sido fácil este proceso y que se siente agotado. “A veces me canso y como la relación con mi familia es buena, pues ellos me han propuesto sembrar en la parte fría de Totoró. Allá tenemos familia, primos, tíos. (…) La idea es estar aquí, y estar allá porque este espacio que nos hemos ganado no lo pienso dejar”, asegura.

Actualmente, estudia Administración Pública en la ESAP (Escuela Superior de Administración Pública) y cursa quinto semestre. En diálogo con DIPAZ esto fue lo que nos dijo.

¿Qué es lo más difícil que trae consigo la reincorporación?

El cambio de vida. Acá la idea es mantenerse activo. A veces extraño las noches en medio de la naturaleza, en medio de la oscuridad.

¿Cómo ha visto la implementación del Acuerdo Final de Paz?

En eso nos falta bastante. La renta básica existe, pero estamos bregando para conseguir tierras, un proyecto propio de vivienda y desarrollar proyectos productivos que nos permitan una estabilidad económica. Vemos mucho incumplimiento por parte del Gobierno.

¿Y qué habría que mejorarle al proceso de paz para que las cosas funcionen?

Así como estamos haciendo con las entidades internacionales; eso es lo que debía hacer el Gobierno. Ellos nos dan unos recursos y nosotros los trabajamos; que nos asesoren, que nos capaciten porque nosotros no sabemos, pero que nos apoyen, que inviertan. Eso es lo que debería hacer el Gobierno.

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Lugar donde actualmente vive Camilo con su familia. Foto: Carolina Toro. DIPAZ.

Y, ¿cómo es el tema de las tierras?

No hubo un acuerdo para comprar para el proceso nuestro. No importa si queda a nombre del municipio, lo que nos interesa es que quede la garantía de que no nos van a sacar. Eso desmotivó mucho a la gente; el decir es: ‘para que trabajo en tierra que no es mía. Acá no siembro nada porque no me pertenece’.

Frente a este obstáculo que nos puso el Gobierno, nosotros decidimos negociar con los campesinos y venir a esta finca (La Elvira) porque aquí hay un proceso social que siempre hemos apoyado, incluso cuando estábamos alzados en armas. Nos hemos identificado con la lucha campesina, con el establecimiento de las zonas de reserva. Y todo esto que hemos conseguido, lo tenemos gracias a que ellos nos dejaron trabajar acá por diez años.

Solo llevamos tres años y ya hay peces, ganado, cerdos y vamos de a poco. Hemos trabajado con entidades internacional como la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, y Paso Colombia, que nos sigue apoyando.

Y, ¿la posibilidad de volver a Monterredondo?

Difícil por el tema de seguridad. Incluso ellos han solicitado que los reubiquen, pero están en el mismo problema que nosotros: la tierra. En la ARN nos dicen que compremos un terreno, pero cuando uno empieza a buscar le dicen que no, que ese no porque tiene que estar con titulación original. De hecho, les hemos hecho propuestas de fincas cercanas como Las Pilas o Los Samanes, pero tienen problemas de linderos o de historia tradicional. Así es muy difícil.

Bueno, y frente a eso, ¿cuál sería la solución?

Pues no hay. Estamos frente a un Gobierno que no gobierna, que no puede solucionar temas de esa categoría. Nos dicen que busquemos fincas en tierras altas o en otros departamentos. Y eso para nosotros es un desarraigo y no lo queremos hacer. Lo que quieren es acabar con un proceso social, de unidad (…) ellos quieren acabar con una real reincorporación social, y con el acercamiento que se ha hecho con los campesinos y con los sectores indígenas.

¿Cómo ha sido ese acercamiento con la comunidad?

Nosotros tenemos una buena relación. Hay entendimiento. Acá hay campesinos que se llevan algunos marranos, lo pican y cuando lo venden, nos pagan. Nosotros tenemos productos como leche y pescado y los vendemos más baratos, pero en temas culturales, políticos o sociales no hemos avanzado mucho. Nosotros andamos en una maratón de hacer y hacer casas para vivir, que no le hemos sacado tiempo a eso.

Nuestro interés sí es vincularnos bien en los procesos culturales, pero ese proceso va lento, y nos dedicamos más a trabajar en esas necesidades económicas, porque si eso no da frutos rápido, nos toca echar para otros lados; para la casa por no decir que para arriba otra vez.

Y, ¿cómo es el tema de seguridad?

El norte del Cauca es complicado, pero nosotros estamos rodeados por la guardia campesina y por eso estamos tranquilos. Nosotros estamos en mora de fortalecer esa guardia. La idea nuestra es vincularnos a ese proceso y aportar.

¿Ustedes se sienten engañados?

No; nos sentimos desamparados. Este Gobierno no es responsable frente a la población reincorporada que se comprometió en dejar las armas y en trabajar por la paz, por la unidad, por la integración; y eso es lo triste, que ellos no patrocinan la integración social de nosotros con los procesos con lo que nosotros somos afines, no con lo que ellos quieran.

¿Cuál sería el llamado al Gobierno, entonces, qué decirle?

El llamado es siempre a que cumpla con el Acuerdo Final de Paz, que active el banco de tierra de los programas de sustitución, qué de las garantías de seguridad para la participación política, y más que todo, que eduque a las comunidades para que haya ese conocimiento de todo lo que se puede hacer con la participación política.

El Estado tiene la obligación de responder por nuestras necesidades fundamentales. Yo hago el llamado para que la gente no sea tan sumisa, que le exija a los gobernantes. Acá falta cultura política, y recuperar la identidad que hemos perdido.

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¿Qué decirle a la gente para que apoye el proceso de reincorporación?

Que miren el proceso mismo de paz, y a los firmantes de paz para que puedan entender las razones por las cuales nos alzamos en armas. Cuando se de ese entendimiento podemos empezar a fortalecer el tejido social. Yo creo que el desconocimiento es muy alto, por eso hay que hacer visibles los procesos de reincorporación. La población tiene miedo de participar por el señalamiento. Eso hace que la gente no se una y más con este incremento de violencia que se ha dado.

Y ¿Cómo ir avanzando en ese sentido, en ese entendimiento del que habla, en esa construcción de tejido social?

Pues asistiendo a reuniones, contar lo que se está haciendo. Nosotros no hemos asistidos por estar pendiente de los pescados, o que no hay gente que atienda a los que vienen a comprar, o que hay que preparar el maíz o cosas operativas de acá. Luego uno charla con los campesinos y participa en lo que puede, pero la inestabilidad económica nuestra y de no tener nada fijo nos lleva a eso.

Quisiéramos que existiera espacios culturales, una vez a la semana o al mes, algo de integración: un cine, una obra de teatro, cosas que hagan crecer estos ambientes comunitarios. Son esas cosas las que construyen comunidad. A través de estos espacios se permite desarrollar, interactuar, se van logrando cosas más profundas, charlar, por ejemplo, sobre la vida política de Colombia, los problemas económicos, el desplazamiento o la pobreza.

¿Y cuál es la esperanza, porqué seguir apostándole a la paz?

Porque nos estábamos destruyendo y no conseguíamos nada. Acá por lo menos construimos entre todos, ayudamos a la comunidad a la misma medida que nos ayudamos a nosotros mismos. Hay que seguir construyendo, pero todos juntos. Generar espacios que vayan afianzando vínculos, que vayan reconstruyendo tejido, que nos permita generar identidad como colectivo.

¿Qué mensaje les envía a aquellos compañeros que han decidido volver a empuñar las armas?

Es respetable. Cada uno tiene su posición. Yo le apuesto a la paz, pero entiendo porque lo hacen. Es que si no nos dan aunque sea una casa para vivir es complicado. No pedimos que nos regalen las cosas, nosotros lo que queremos es trabajar.

*Su nombre fue cambiado por temas de seguridad.

Estas actividades se realizan en el marco del proyecto «Avanzando en una sociedad éticamente mejor preparada para asumir los compromisos de construcción de paz -JUSTAPAZ»  con el apoyo de la Unión Europea, en su compromiso con la Sociedad Civil Colombiana. 

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