Con el objetivo de conocer el proyecto productivo de porcicultura de Los Monos, Antiguo Espacio de Capacitación y Reincorporación (AETCR), en el departamento del Cauca, DIPAZ, Diálogo Intereclesial por la Paz, y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, realizaron una visita el pasado 12 de abril a este espacio.
Por Carolina Toro
Caldono, Cauca. Empieza a ponerse el sol y llegamos a la Finca Rancho Grande, del corregimiento de El Pital, municipio del Caldono, en el departamento del Cauca. Nos recibe William Muriel Laverde, supervisor del espacio, quien nos ofrece una taza de tinto bien cargado. A esas alturas, las necesitamos todos. A lo lejos se escucha el chillido de los cerdos que viven en este paraíso. Nos sentamos y arrancamos a charlar.
Nos cuenta que este proyecto de porcicultura, una de las apuestas productivas de Los Monos, Antiguo Espacio de Capacitación y Reincorporación (AETCR), lleva tres años funcionando y en este tiempo ya han implementado el 89 por ciento de la ejecución que se tenía proyectada a 10 años. “Esto nos deja muy satisfechos porque ya tenemos pensado hacer nuevas alianzas con el Cabildo de Tacueyó para ampliar el proyecto en un 60 por ciento”, señala Laverde. Actualmente, tiene 600 cerdos, están construyendo un nuevo criadero con capacidad para 1200 porcinos y venden 45 animales semanales.
Vamos caminando hacía la marranera para aprovechar la poca luz que nos queda, no está muy lejos de la casa principal. Es un solo espacio largo. Lo cerdos se acercan a curiosear quienes son los nuevos visitantes. Están ubicados por tamaño. Su chillido se hace más intenso al igual que el mal olor. Nos continúa contando que tienen una alianza por 10 años con la empresa Agroindustria del Samán para que sean ellos los proveedores de los lechones, aunque el proyecto está presupuestado a 20 años.
“Esto funciona así: ‘Nosotros les compramos los cerdos cuando pesan 35 kilos. Acá los cebamos y se los vendemos cuando pesan 110 kilos’. Nos beneficiamos ambos. Ellos hacen la comercialización; y nosotros tenemos garantizada la venta de la producción”, comenta Laverde, quién señala también que esto no implica que no comercialicen su producto con la comunidad.
Nueva marranera en proceso de construcción, con capacidad para 1200 porcinos. Foto: Carolina Toro. Dipaz.
De hecho, nos dice que a este proyecto están vinculadas laboralmente 30 personas, de las cuales 10 son de la Comunidad, los 20 restantes son excombatientes. “Ha sido una experiencia bonita porque esto habla del buen relacionamiento que hemos tenido con la población, algo que para nosotros es muy importante (…) esto les demuestra (a la población) que sí estamos cumpliendo con lo que firmamos. Es un compromiso que asumimos con los cabildos: contratar gente de la comunidad por eso estamos dentro del territorio y a eso le estamos apuntando: a trabajar todos juntos y entre todos progresar”, asegura Laverde.
Para este proyecto recibieron capacitación en el SENA en temas climáticos y ambientales, en los sistemas de producción, equipos, implementos y herramientas, pero Laverde asegura que han aprendido cosas en la marcha que no las enseña ningún curso, y es mucho lo que se ha avanzado.
Un nuevo estilo de vida
Nos quedamos contemplando la puesta de sol. Ventea un poco. Nos señala una carretera que se ve a lo lejos. “Esa vía que pasa por ahí la pavimentamos en el marco de los PDET (Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial) Va hasta Toribío (…) Este (la construcción de carreteras) es uno de los aspectos positivos que deja la reincorporación”, resalta La verde.
Puesta de sol en la finca Rancho Grande. Foto: Carolina Toro. Dipaz
“Es importante entender que el Acuerdo Final de Paz no fue diseñado para reincorporados sino para el pueblo. Por ejemplo, esa vía se pudo pavimentar porque se incluyó dentro de los PDTES, y esos programas llegaron gracias al Acuerdo Final de Paz. Esa vía era malísima y llevaba 20 años sin intervención. Y es que con la firma (del Acuerdo) el Gobierno se comprometió a construir carreteras. En muchas zonas lo ha hecho el Estado contratando constructoras, y en otras áreas lo ha hecho con la misma comunidad. Nosotros hemos puesto mano de obra, volquetas y combustible”.
Desde este espacio se han ejercido liderazgos importantes como el que tuvieron dentro de la pandemia, que a ellos los afectó poco. “Nosotros no sentimos tanto el tema del COVID 19 porque teníamos el material en los galpones y pudimos trabajar 4 o 5 meses sin salir. Pero lo que si hicimos fue organizar a la gente en temas de aislamiento, y en la fabricación de tapabocas para entregarlos gratuitamente a la comunidad. Repartimos más de 3000”, asegura Laverde.
“Nosotros nos integrarnos con la comunidad, vamos a los resguardos, tenemos buena relación con ellos, al igual que con la comunidad campesina. Esta zona ha sido afectada dentro del conflicto armado. Y aquí seguimos firmes, aunque el cumplimiento por parte del Gobierno del Acuerdo Final de Paz ha sido complejo (…) nosotros estamos cumpliendo, pero ellos muy poco… pero ahí vamos. La idea es seguir avanzando”, dice Laverde.
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Vamos regresando; ya está oscuro y es hora de volver. Estamos a 15 minutos de la carretera Panamericana. Mientras volvemos, nos sigue contando que lo más difícil de todo este proceso ha sido el cambio de vida. “Estamos comprometidos porque así se dieron las cosas. Nos ha tocado aprender en terreno. Esta es una vida totalmente diferente. Nosotros no tenemos la capacidad de manejar un computador y muchas otras cosas (…) tenemos que aprender día a día y tener la disposición de adaptarnos todo el tiempo”, aseguró Laverde.
Nos despedimos al estilo pandemia: tocándonos el codo y chocando los puños. Queda en el aire la invitación para cuando tengan en funcionamiento la nueva marranera. Nos alejamos tomando el camino que nos acerca a las luces que a lo lejos marcan la vía principal. Nuestro próximo destino: La NAR de la Elvira, en Miranda, departamento del Cauca.
Estas actividades se realizan en el marco del proyecto «Avanzando en una sociedad éticamente mejor preparada para asumir los compromisos de construcción de paz -JUSTAPAZ» con el apoyo de la Unión Europea, en su compromiso con la Sociedad Civil Colombiana.