HEMOS VISTO, OÍDO Y DAMOS TESTIMONIO DE LA VISITA PASTORAL A CALI. Recorrido humanitario de DIPAZ por cuatro puntos de resistencia en Cali

Misión Pastoral Cali

La visita humanitaria y pastoral de DIPAZ entre los días 17 y 18 de mayo de 2021 orientada al acompañamiento de la situación de los y las jóvenes y liderazgos comunitarios en distintos puntos de resistencia urbana en el marco del Paro Nacional, nos llevó a escuchar y ver los rostros de los jóvenes y de los distintos liderazgos que resisten con dignidad ante las injusticias sociales, la pobreza, el clasismo y la exclusión social que viven los pobladores de los sectores populares de Cali. En palabras de un líder de Siloé: “La situación de pobreza y exclusión social es clara en estos territorios. Por ello hay razones estructurales para la protesta social (…)”. Ante esta realidad, sus propuestas, acciones culturales y capacidad organizativa son una muestra más del potencial de transformación desde las ciudadanías que indignadas reaccionan en lo público ante la sordera del Estado que sólo coarta, estigmatiza y reprime de manera violenta las voces y exigencias sociales.

Durante la visita pastoral hicimos recorridos urbanos por las historias de tenacidad en los puntos de resistencia de la Universidad del Valle, Meléndez, La Loma de la Dignidad y en Siloé, lo que nos mueve como DIPAZ a sumar y multiplicar esfuerzos para abrazar estas justas reivindicaciones sociales y con actitud profética manifestar que: “Los ojos de Dios están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones”. (Salmo 34:15).

  1. Desde DIPAZ “hemos Visto y hemos escuchado” (Hechos 4,20).

Caminar las historias urbanas de resistencia en Cali nos lleva a recordar la praxis de Jesús de Nazaret quien recorriendo los caminos y escuchando a los más empobrecidos anunciaba los valores del Reino de Dios y su justicia, cuestionaba los poderes religiosos y del imperio que sumían en la pobreza e impulsaba planes de vida comunitarios que bien se puede recoger en el mensaje: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. (Mateo 5,6).

En Cali los jóvenes, los artistas, las mujeres y los liderazgos barriales desde sus saberes populares y análisis territorial saben muy bien que las transformaciones sociales no dan espera. Se llenan de valor para no callar más. Sienten que el olvido estatal no puede opacar los ideales de justicia, bienestar social, participación ciudadana, inversión social y paz justa. No están “resignados” a repetir una y otra vez las experiencias de exclusión social. Por ello levantan la palabra, movilizan la organización comunitaria, generan solidaridad social y levantan su protesta desde la cultura y por la defensa de su territorio y vida digna. Si bien hay desespero en el corazón… es mayor el empeño por ser escuchados y lograr que la institucionalidad se siente a la mesa para tramitar sus justas exigencias. Pero aclaran: “Que haya garantías reales y no sólo promesas”.

Entre los distintos espacios de escucha nos enteramos qué hay más de 25 puntos de resistencia en Cali. Cada punto con una experiencia distinta de organización, con una pluralidad de actores y múltiples convergencias en torno a resistir y hacer sostenible esta expresión que se va constituyendo con el pasar de los días en cabildos abiertos por la vida, la dignidad del territorio y la transformación social. En estos espacios se organizan y resisten en torno a las ollas comunitarias y el compartir cotidiano avanzan en la construcción de sus pliegos de petición. Algunos de estos puntos articulados al Paro Nacional y otros son exigencias del territorio. En la Loma de la Dignidad, por ejemplo, algunos de sus voceros expresaron ciertos puntos centrales para avanzar en los diálogos y la concertación, tales como gestionar proyectos colectivos sobre cultura y arte para la vida; aumentar los programas de mercados campesinos en la ciudad; mayor inversión para la educación de los niños y las niñas; planes de emprendimiento y empleo para los jóvenes; renta básica por la situación de crisis económica agudizada por la pandemia del covid19. Subrayan que no aceptarían que la Alcaldía sólo llegue con “talleres” mientras desarrolla millonarios contratos y subcontratos con operadores que no son del territorio. Dicen… que se haga contrato directo con quienes están en el territorio.

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Concierto de música metal en la loma de la Cruz. Ahora tiene un nuevo nombre a raíz de las protestas, le han colocado loma de la dignidad. Foto: Elina Vargas, promotora de reconciliación DIPAZ Caribe.

Una vez más desde DIPAZ queremos resaltar que los puntos de resistencia no son refugio de “vándalos y terroristas” como ha señalado el Gobierno. En estos puntos están los jóvenes del barrio, los estudiantes, las amas de casa, los ambientalistas, los tenderos, los líderes comunales. Hemos visto en el recorrido a muchas madres comprometidas con las causas de la protesta social. A través de sus cuerpos, sus ideales y sus sentires están listas y dispuestas a defender la vida de quienes están en la primera línea de la movilización. Hay que resaltar la solidaridad entre ellos y cierta sincronización entre los puntos de resistencia para gestionar las ayudas médicas y la protección colectiva.  Algunos jóvenes decían: “Nos han quitado todo… hasta el miedo a la muerte nos han quitado”. Es decir, tienen la decisión personal y colectiva para avanzar y resistir y saben que pueden generar los cambios.

En los recorridos por la ciudad evidenciamos las incertidumbres, la fatiga y el cansancio propios de estos espacios, pero así mismo los veíamos con la energía suficiente para seguir. Sus palabras, consignas y organización hablan de esa convicción que los lleva a seguir y convocar a cientos de vecinos y nuevos apoyos. Un líder expresaba que hay vecinos solidarios con la causa, pero otros son indiferentes o en el peor de los casos los atacan con insultos, incluso con disparos o llamando a la fuerza pública para que los desaloje.

A estos líderes sociales el Gobierno los reprime con la brutalidad policial, con acciones paramilitares o allanamientos ilegales. Por las denuncias de las organizaciones de DDHH sabemos que este actuar guerrerista ha dejado jóvenes asesinados, otros heridos y otros tantos desaparecidos o judicializados. Según las últimas cifras de Temblores ONG e Indepaz se informa de 43 jóvenes asesinados con presunta participación de la fuerza pública; 18 víctimas de violencia sexual; 2387 casos de violencia policial; 33 víctimas con heridas en los ojos.

Sumado a esto es inaudito que sigan utilizando armas letales y disparando a los civiles. En otros casos nos cuentan los líderes de Siloé, en Cali, que les bloquearon la señal de internet, les cortan la energía como acciones para generar temor, para aislarlos y debilitar la organización comunitaria. Esto es una muestra más de la frivolidad del gobierno Duque y de una ideología que pierde el sentido de humanidad al no escuchar el clamor popular y analizar las respuestas que eviten las violencias que se presentan en todo el territorio.

Damos testimonio como DIPAZ que en Cali hay un pueblo que clama, exige sus derechos. Hay una expresión legítima y comunitaria. En los barrios y en los puntos de resistencia vemos sus banderas, sus pancartas y grafitis para visibilizar las razones que les asisten para su protesta. Además de ello, acompañan su resistencia con canciones, juegos, espacios de diálogo, ollas comunitarias y arte urbano. “Por ahora no hay políticas y propuestas del gobierno local con las que se pueda atender estos reclamos. Si no se concreta algo y pronto; se puede acentuar la crisis social y las violencias”.

Nos llamó la atención que un joven en el punto de resistencia de la Universidad del Valle nos dijo: “Me llamo Alison en memoria de la joven que fue abusada por la policía en Popayán. Estoy aquí para darlo todo”. Escucharlos nos ayudó a comprender la energía y las convicciones arraigadas para exigir justicia y las lógicas urbanas para resistir. Pudimos reconocer sus formas organizativas como la primera línea, la segunda línea, los voceros, las rutas humanitarias, las opciones para la atención médica. En sus rostros veíamos también su miedo y desconfianza frente a la represión y sordera del Gobierno. Se ve su solidaridad con su barrio, con sus compañeros. En sus ojos vemos la fuerza juvenil que clama por un país mejor, con justicia social y bienestar.

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Afiche en uno de los punto de concentración de Siloé. Foto: Elina Vargas, promotora de reconciliación DIPAZ Caribe
  • Cuestionamientos y pedagogías transformadoras.

Una de las pancartas en un sector de Siloé en Cali decía: “A mí no me cuida ningún puto ‘tombo’ sino la primera línea”. También en las redes sociales hay un hashtag que dice: “Primera línea somos todos”. Estos mensajes son un reflejo muy fuerte de la realidad tan compleja de la protesta y movilización social que ocurre en esta ciudad. Estos mensajes nos interpelan como DIPAZ y nos llevan a preguntarnos: ¿Qué tipo de acompañamiento sería el más indicado para expresar la solidaridad con estos ejercicios de resistencia ciudadana?, ¿De qué manera se lograría que estas expresiones organizativas desde las bases sociales sean irreversibles y lleven a transformaciones sociales y políticas?, ¿Cuál es nuestra acción profética en estos contextos?, ¿Cómo caminar junto a ellos y no pasar de largo?, ¿Cómo hacer más efectivo el compromiso de DIPAZ en un escenario urbano y cultural tan complejo?

Desde el Evangelio vemos una acción y mensaje de Jesús de Nazaret que lo podríamos ejemplificar como un caminar en primera línea y al ritmo de los empobrecidos. Es una escucha activa, sincera y sostenida. Esta actitud lleva a un discernimiento colectivo para ver cómo ser “sal y luz” en medio de las crisis y la injusticia. No en vano vemos en los relatos bíblicos el valor que tiene la escucha, el discernimiento comunitario y la puesta en marcha de las propuestas.

Creemos que hay un llamado para que DIPAZ mantenga y haga presencia en los espacios de diálogo y de escucha territoriales ya sea en Cali, Popayán, Medellín, Bogotá o en las regiones donde la vida, la dignidad y los derechos humanos estén en riesgo. No es el tiempo de la indiferencia o el silencio cómplice. La escucha debe avanzar hacia la participación sostenida y con garantías para que se puedan decantar las propuestas de los distintos puntos de resistencia y hacer también junto a otras organizaciones afines una “veeduría técnica del proceso” y qué mejor que alimentar también una pedagogía dialógica y facilitar la transformación de conflictos.

En algunos puntos de resistencia comentaban los líderes cómo debería ser la acción de las Iglesias. Decían: “En estos contextos quisiéramos ver una iglesia más comprometida, con capacidad de escucha y que haga acompañamiento sostenido. Que nos acompañen, pero de manera decidida, no por momentos”. Este sentir y otros que se fueron escuchando son un “Kairós de Dios”, un tiempo cargado de gracia para repensar el compromiso de las Iglesias con la vida, la justicia y la reconciliación. No podemos pasar de largo sin ser parte de la solución. No cabe una respuesta sólo espiritualista, debe ser más integral como el evangelio mismo:

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. (Lucas 4, 18-21).

La ciudad y los puntos de resistencia quieren escuchar y sentir que las Iglesias caminan a su lado, sentir su vínculo espiritual para resistir en comunidad. Hay mucho dolor por sanar. Hay muchas exigencias de justicia social y hay una gran tarea para conciliar posturas. Allí debe estar la Iglesia. En la escucha de los líderes y lideresas de la resistencia algunos decían sentirse en paz con Dios. Su fe y espiritualidad no está sólo representada en asistir a un culto sino en la coherencia del compromiso aquí y ahora, así esta decisión implique riesgos.

Es importante señalar que los líderes y lideresas de algunos puntos de resistencia perciben que las Iglesias están, pero no ven muy claro su aporte. Obviamente hay otras ausencias sensibles si pensamos por ejemplo en el Consejo Municipal o delegados de la Alcaldía. Pero la presencia de la Iglesia podría ser conciliatoria y ejercer desde su vida ministerial un compromiso por el respeto a la vida para evitar que se escalonen nuevas violencias o para llamar “pastoralmente” a que las entidades del gobierno local asuman el liderazgo que les compete en esta crisis.

Uno de los pastores del sector de Siloé e integrante de DIPAZ Suroccidente nos recordaba que las iglesias han acudido al sector y han realizado algunas acciones públicas. Hay que resaltar este punto, pero aún les falta “conectar” con quienes están al frente de las protestas. Incluso hay señoras de las iglesias que están apoyando ya sea con la olla comunitaria, con actividades para los niños o para cuidar también de sus hijos. Continúa este líder religioso diciendo que las Iglesias han hecho acciones evangelísticas en Siloé, quizá para contener el consumo de drogas en los jóvenes. Hacen acciones y salen. Otros pastores han realizado campañas y treguas entre la fuerza pública y los jóvenes consumidores. Son buenas prácticas y hay que valorarlas, pero aún falta más porque en esta coyuntura del paro Dios está clamando por justicia en medio de las acciones y situaciones que viven los jóvenes y las comunidades.

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Este es el punto de resistencia de Univalle, al cual le han denominado Uniresistencia. Foto: Elina Vargas, promotora de reconciliación DIPAZ Caribe
  • Juntanzas y movilización por la justicia social.

En los distintos recorridos veíamos en los puntos de resistencia unos niveles de organización social que se mueven entre lo esporádico según ocurren los hechos y las juntanzas más sostenidas que no se preveían. DIPAZ necesita sumarse a estas juntanzas, sumar esfuerzos con otros ante la coyuntura y ver cómo se reacciona.  Se veía resistencia y organización. No quieren violencia, pero la gente sí está dispuesta a defenderse. Hay que profundizar más en los procesos de noviolencia activa. Hay que buscar alternativas para la organización y la resistencia. Analizar lo que significan los bloqueos como acciones culturales y humanitarias. Fortalecer las relaciones y resaltar las distintas formas y tareas que tienen al interior de estos colectivos. Hay que reivindicar estos espacios organizativos tipo minga.

Necesitamos un espíritu profético y solidaridad con los puntos de resistencia y las voces ciudadanas que exigen cambios y agendas para la inversión social en los territorios. DIPAZ no puede callar. Hay evidencias sobre amenazas, asesinatos y acciones que van en contravía del derecho constitucional a la movilización y protesta social. Varios líderes de los puntos de resistencia en Universidad del Valle, en la Loma de la Dignidad, en Meléndez reiteraban que están siendo amenazados, perseguidos y judicializados. Expresaban también el temor por su bienestar y futuro ante la represión estatal… solicitan de las Iglesias y organizaciones de derechos humanos que haya un trabajo conjunto y articulación para la defensa jurídica de los jóvenes de primera línea, que haya más protocolos para cuidar la vida y que haya denuncias no solo nacionales, sino que se visibilicen estos abusos del Estado a nivel internacional.

En Siloé nos comentaban del asesinato de 6 jóvenes que estuvieron en la protesta. Tienen varios heridos y 8 personas amenazadas. Un médico voluntario incluso no pudo volver. Hay redadas y batidas a los jóvenes heridos y hay gente desaparecida. Uno de los líderes eclesiales expresa: “Hay nuevamente redadas de la policía vestida de negro y lo hacen a la madrugada. Al parecer no tienen orden judicial… no sabemos, pero creemos que es irregular que violenten la puerta de una vivienda y entren a la fuerza sin considerar que hay niños. Es toda una persecución sistemática. Nos informan también que en otro punto llamado ‘Portada al mar’ hay evidencias de infiltración de la policía y toda la misión médica está amenazada. Es un lugar abierto en carretera”.

Por ello consideramos que las juntanzas y diálogos entre las organizaciones de Iglesias, derechos humanos y otros liderazgos deben ser una prioridad ya sea para visibilizar los casos de violación a los derechos humanos; para articular acciones de protección jurídica, psicosocial y médica. Es urgente que estas convergencias sean un punto para hacer acompañamiento sostenido, cuidar la vida y hacer que avancen de manera técnica los espacios de negociación.

Cada vez es más claro para los líderes y lideresas de los puntos de resistencia que en medio de los hechos de violencia ocurridos se debe habilitar una “acción de esclarecimiento de la verdad”. El país no puede pasar la página de esta violencia hacia los jóvenes sin que haya una investigación sobre los responsables de los asesinatos y otras violencias. Para avanzar en la reconciliación es clave sanar esas heridas, investigar los hechos, y claro que haya claridad en los procesos de negociación política entre líderes, voceros y las entidades del Estado.

Los diferentes liderazgos solicitan apoyo humanitario a las organizaciones sociales que trabajan por la paz. Este es el momento de movilizar ayudas en hidratación, mercados, implementos de aseo y bioseguridad. En algunos puntos barriales tienen heridos que se rehúsan a asistir a un hospital por el temor de ser retenidos o desaparecidos. Muchos de ellos trabajan en el rebusque diario y tienen a cargo el sostenimiento de sus familias. Hay pocas alternativas para el trabajo y respuestas para el empleo, emprendimiento u otras opciones para un proyecto de vida digno para los jóvenes. En estos barrios populares también hay presencia de migrantes venezolanos que están llegando y que tampoco tienen oportunidades o buscan opciones de empleo, vivienda y salud. Por esta situación tienen gran valía las ollas comunitarias como signo de solidaridad, de fiesta y de inclusión. Hay comida para quienes están en el paro y para los vecinos y familias empobrecidas.

En torno a las ollas comunitarias el alimento se vuelve vida y cultura porque hay juegos, reflexión política, expresiones artísticas, talleres para los niños y las niñas, se pintan carteles donde se explican las razones del paro y la protesta. Es toda una puesta en escena por la vida y la dignidad. Un joven de primera línea dice: “Nos duele ver que la policía ataca a la comunidad sin importar si hay niños, mujeres o adultos mayores… todos ellos salen afectados”. Por esto la gente apoya tanto a la primera línea y se suman a la defensa de su punto de dignidad. Cabe anotar que en la medida que avanza la protesta también vienen los acuerdos entre diferentes liderazgos y también los desacuerdos o tensiones el momento de nombrar voceros o a momento de discutir los puntos centrales de sus exigencias.

Cada punto de resistencia tiene su cosmovisión y su riqueza es la diversidad. Como organizaciones de DIPAZ hay que conocer estas lógicas urbanas y organizativas para diferenciar sus propuestas. En estos escenarios de diálogo y protesta habría que generar acuerdos con otras Iglesias o juntanzas con otros movimientos sociales para hacer acompañamiento psicosocial y pastoral por los desgastes emocionales que ocurren en cada momento de la protesta. No es solo lo jurídico; es un trabajo más integral. Este es un punto cercano a la ministerialidad de las Iglesias. Más que un gesto sería una muestra de solidaridad. De igual forma, no puede ser algo impuesto o externo… sería también en espacio de diálogo respetuoso con los diferentes liderazgos pues una de las jóvenes de Siloé decía: “Aquí somos guardas de nuestros propios hermanos”.

Estas juntanzas y acuerdos entre liderazgos, organizaciones, colectivos, Iglesias pueden ser una fuente de reconciliación en los barrios pero que requiere construir confianzas y mayor tejido como expresión ciudadana. Incluso en Cali ya se está hablando y mirando un piloto de Unidades de Resistencia en Cali (URC) liderado por la ONU y el arzobispo de Cali… esto como una muestra de juntanzas y acción de protección colectiva y humana.

En este escenario tendrían voz y valor agregado toda participación de entidades y organizaciones ya sea la Iglesia, los movimientos sociales y de derechos humanos. Hay que pedir que esta mesa sea más plural para que ayudemos a generar reconciliación y diálogos que son urgentes. Cabe anotar que en algunos puntos de resistencia hay prevenciones frente a las visitas de comisiones humanitarias o de otras organizaciones. Ya sea porque quieran cooptar o comprometer su autonomía, por sospecha sobre estrategia para infiltrarlos o bien porque haya dudas sobre el propósito que persiguen. Incluso porque se pueden crear falsas expectativas o una acción con daño que lesiona la confianza colectiva y los pone en mayor riesgo.

Las juntanzas de los puntos de resistencia avanzan hacia la constitución de cabildos abiertos como expresión legítima de la participación ciudadana y el ejercicio democrático. Esto demuestra también los niveles de organización que se están logrando, y es admirable cómo se van coordinando las distintas convergencias. La solidaridad se vuelve organización, y la organización es expresión cultural y política que hace legitima la defensa del territorio. Todo esto suma y prepara a las vocerías de los distintos puntos de resistencia para la interlocución política con la institucionalidad y para multiplicar los esfuerzos de coordinación de los movimientos populares.

Los cabildos son ese nexo entre Estado y ciudadanía para tramitar de manera directa la transformación de conflictos y encontrar salidas democráticas, jurídicas y políticas a las demandas de los cabildantes. Esto agudiza la construcción del sujeto político y el sentido de pertenencia de los vecinos con su territorio. Es el espacio democrático para que la institucionalidad escuche las proposiciones de la ciudadanía, puedan ser debatidas y encontrar las salidas de común acuerdo. En este contexto, por ejemplo, Loma de la dignidad ya estaba divulgado la instalación del cabildo abierto convocado para el día 19 de mayo e invitando a los vecinos y liderazgos de esta zona para que lleven sus propuestas.

Cali, mayo 18 de 2021

Participaron en la misión pastoral y construyeron este documento de manera colectiva.

  • Elina Vargas, promotora de reconciliación de DIPAZ en el Caribe.
  • Padre Rafael Castillo, Arquidiócesis del Cartagena.
  • Luis Miguel Caviades, Iglesia Colombiana Metodista.
  • Milton Mejía, Corporación Universitaria Reformada.
  • Lizeth Duran, CORSOC, Corporación para el Desarrollo Social Comunitario.
  • Ruben Dario Laurido, Fundación Paz en la Tormenta.
  • Gloria Ulloa, Iglesia Presbiteriana de Colombia.
  • Julian Castro, Pablo Moreno e Isdalia Ortega, UniBautista.
  • Manuel García, Juan Pablo Ochoa y Alberto Bejarano, Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.
  • Daniel Zambrano, DIPAZ, Diálogo Intereclesial de Justicia y Paz.
  • Martin Nates, Justapaz.
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