Esperanzas y desafíos a cien días del gobierno de Gustavo Petro

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El Dialogo Intereclesial por la Paz de Colombia -Dipaz- desde su compromiso de aportar a la construcción de paz en Colombia a partir de la perspectiva bíblica de que la paz, la tranquilidad y la seguridad son producto de la justicia (Isaías 32,17) y desde sus opciones de no violencia, reconciliación y búsqueda de justicia para las víctimas, al analizar los signos de los tiempos (Mateo 16:1-4) que estamos viviendo, encontramos señales de esperanza y desafíos en los primeros cien días del actual gobierno sobre las cuales invitamos a reflexionar y seguir construyendo para hacer posible la vida abundante que anuncia el evangelio (Juan 10,10).

Las señales de la esperanza no siempre son fáciles de ser reconocidas por todos los sectores de nuestra sociedad. Más de seis décadas de violencia han marcado el imaginario colectivo y la manera como se resuelven los conflictos y se regula la vida social en Colombia.

Ante esta realidad, vemos con esperanza la disposición del actual gobierno, y su llamado a todos los sectores de la sociedad a los diálogos, como camino para superar la violencia y construir una paz entendida como resultado de la justicia social, ambiental y económica.

Desatacamos como signos de esperanza los siguientes:

  • Reafirmación y aceleración del cumplimiento del acuerdo de paz con la ex guerrilla de las FARC, con el compromiso de asumir las recomendaciones del informe de la Comisión para el esclarecimiento de la verdad y la reactivación de instancias que estaban paralizadas para brindar garantías de justicia a las víctimas y a quienes firmaron el acuerdo de paz.
  • El restablecimiento de la Mesa de Conversaciones entre el gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional- ELN, así como los avances para iniciar diálogos que conduzcan a un acuerdo de paz.
  • La aprobación de la prórroga de la Ley 418 donde se incluye la política de Paz Total como política de Estado que permite las negociaciones con actores armados con estatus político como las guerrillas y con grupos armados ilegales para que se acojan y sometan a la justicia.
  • El llamado permanente y urgente, tanto del Presidente como del Alto Comisionado de Paz, a los diferentes grupos armados a aceptar la propuesta de la Paz Total y los gestos de aquellos que manifiestan su disposición de parar la violencia, e iniciar procesos de reconciliación. Vemos con esperanza los avances que permitan los acuerdos humanitarios y de paz para proteger la vida de las comunidades.
  • La aprobación de una reforma tributaria que busca recursos económicos de las empresas y personas de mayor ingreso para la inversión social en los sectores más desprotegidos.
  • Los acuerdos que permitirán la entrega de tierras a campesinos, lo cual abre el camino de una reforma agraria.
  • Los planes de transición energética hacia una economía que proteja y permita vivir en paz con la naturaleza, como expresión de justicia ambiental.
  • El llamado a construir una nueva política internacional de luchas contra las drogas que permita desactivar uno de los factores que genera mayor violencia en nuestro país.

Estas señales de esperanza que estamos viviendo acontecen en un contexto internacional de guerra, crisis climática y disputa de las potencias mundiales que buscan controlar la economía y la política, así como en medio de debates y temores de los diferentes grupos políticos y sociales en Colombia. Algunos de los cuales se han beneficiado de las violencias y no desean que se produzcan cambios, por lo que es necesario que tanto el gobierno como los sectores sociales y religiosos que estamos comprometidos con las paz fortalezcamos procesos educativos, de acompañamiento a las comunidades y de movilización social que contribuya con una cultura y opinión publica favorable para la paz donde los conflictos se resuelvan por medio del dialogo y acuerdos políticos que permitan la reparación a las víctimas y la reconciliación.

Para avanzar en este camino de hacer crecer las señales de esperanza de las cuales estamos siendo testigo, hacemos nuestras las palabras del llamado ecuménico a la paz justa del Consejo Mundial de Iglesias que señala: “Para buscar la paz debemos prevenir y eliminar la violencia personal, estructural y en los medios de comunicación, incluida la violencia hacia las personas por su raza, casta, sexo, orientación sexual, cultura o religión. Hemos de ser responsables ante quienes nos han precedido, con maneras de vivir que honren la sabiduría de nuestros antepasados y el testimonio de los santos en Cristo. También tenemos una responsabilidad ante quienes representan el futuro: nuestros hijos, la “gente del mañana”. Nuestros hijos merecen heredar un mundo más justo donde reine la paz.”

Por el Dialogo Intereclesial por la Paz,

Rev. Eduardo Martínez                                                          Rev. Milton Mejía

Enlace del Comité Ejecutivo                                                Coordinador de Incidencia                 

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