Por: Milton Mejía, pastor Iglesia Presbiteriana de Colombia y de la Unireformada
Al escribir esta nota leo con profundo dolor y tristeza que antes de los primeros 15 días del primer mes de 2020 ya han sido asesinados en Colombia 17 lideres sociales y defensores de derechos humanos. También escuche al secretario general de la ONU, António Guterres, informar que 2019 fue el año más violento para los excombatientes
desde que se firmó el acuerdo. Guterres indicó que 77 exintegrantes de las FARC fueron asesinados hasta el 26 de diciembre, en comparación con 65 en 2018 y 31 en 2017. Además, señaló, 14 exguerrilleros de las FARC desaparecieron y 29 sufrieron intentos de homicidio. El 2020 inicia, además con muchas noticias de amenazas a líderes sociales, comunidades y medios de comunicación.
Este panorama nos desafía a las iglesias y organizaciones que somos parte de Dipaz para que durante el 2020 redoblemos nuestro compromiso y trabajo por la defensa de la vida y la construcción de paz en Colombia. En el Caribe colombiano nos disponemos a realizar este trabajo de construcción de paz a partir del fortalecimiento de una espiritualidad que fomente la no violencia, la defensa de la vida de las personas que son líderes sociales y de excombatientes que está construyendo alternativas sociales y comunitarias para aportar a la reconciliación.
Este tipo de espiritualidad nos debe permitir fortalecer el acompañamiento pastoral a las personas que están comprometidos en la construcción de paz, tanto en las zonas rurales y en las ciudades del Caribe colombiano. Por medio de este acompañamiento podremos dar testimonio de la presencia de Dios entre quienes siguen comprometidos con la paz a pesar de las amenazas, la persecución y los asesinatos de los lideres sociales y los excombatientes.
Nuestro trabajo en el Caribe, también debe consolidar una apuesta educativa para fortalecer iniciativas comunitarias y sociales de aprendizaje en reconciliación donde participemos miembros de iglesias, de comunidades y procesos sociales que estemos dispuestos a vivir nuevas relaciones entre los seres humanos y con la naturaleza. El modelo de esta iniciativa de convivencia lo tenemos en los evangelios liderada por Jesús, quien formó una comunidad de personas diversas que fueron capaces de vivir la resurrección anunciando las buenas nuevas de paz.
Como somos conscientes que la paz no se construye de manera aislada, nuestro trabajo debe seguir ampliando las relaciones con iglesias y organismos ecuménicos en otros países, tanto en el norte como en el sur que nos permita fortalecer el trabajo de incidencia y la solidad internacional por la paz en Colombia. De esta forma, guiados por Dios, fortaleciendo el trabajo conjunto entres los miembros de Dipaz y con la comunidad ecuménica internacional podremos seguir dando testimonio de la esperanza en nuestro mundo.