La Comunidad de Práctica de Justicia de Género de ACT Alianza en América Latina y Caribe, en su ciclo de Diaconía y Justicia de Género en contexto de COVID-19, invitó al Diálogo Intereclesial por la Paz (DiPaz), a reflexionar sobre el papel de actores religiosos y Organizaciones Basadas en la Fe en la protección de los derechos de las mujeres y la población LGBTTIQ+ y la promoción de la justicia de género.
Allí Ana Gualberto, Coordinadora de acciones con comunidades negras (Brasil), Lilian López Maya Quiché, Defensora de Derechos Humanos (Guatemala), y Viviana Machuca vocera de los procesos de género en el DiPaz (Colombia); compartieron junto con una nutrida audiencia internacional, experiencias y estrategias desde cada uno de sus procesos para responder a los impactos de la pandemia en la vida de las mujeres latinoamericanas.
Pandemia que para las voceras a agudizado las múltiples discriminaciones, desigualdades y cargas de trabajo sin remuneración, de miles de mujeres; el que se hace aún peor en contextos de pobreza, ruralidad y olvido estatal.
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Lilian López, como mujer indígena, y Ana Gualberto ,como representante de las comunidades negras, coincidieron en que actualmente hay mayor violencias, especialmente hacia las mujeres que pertenecen a algún movimiento social, «hemos venido reconociendo que especialmente las niñas, migrantes, refugiadas, indígenas y negras, viven una realidad bastante complicada llena de violencia física, sexual y psicológica», señaló Guarberto.
A su vez López agregó que «la discriminación que se da al pueblo indígena por la poca visibilización y arraigamiento a muchas culturas por parte de Estados pueblos y la dificultad en el manejo del idioma español, deja representa un riesgo aún mayor para las acciones machistas».
Por su parte Viviana Machuca, señaló que en Colombia la situación de violencia hacia excombatientes, lideresas sociales y comunitarias, ha venido en aumento, «el asesinato sistemático de estas mujeres que han tenido que superar las barreras de un pasado violento, hoy poner en riesgo los liderazgos femeninos, y reactiva las barreras que hemos creado como sociedad y aún más en medio de la pendemia».
El cuidado del hogar es un pilar de toda la economía
En el conservatorio también se habló de los otros riegos que trajo consigo la pandemia para las mujeres más allá de la salud, «esta crisis nos devela una pandemia previa que teníamos, la pandemia de la desigualdad y nos muestra un capitalismo arrasador, no solo de nuestro medio ambiente, sino de las iniciativas comunitarias entorno a la defensa de la vida y de los Derechos Humanos», explicó Machuca.
He identificó dos obstáculos claves para las mujeres, uno de ellos la desigualdad en torno al cuidado del hogar, «un trabajo sin remuneración y poco valorado en donde las mujeres dedican entre 14 horas y 25 horas a la semana , lo que representa mucho más que una jornada legal de 8 horas, mientras que a los hombres sólo 3 horas o nada«.
Y agregó que aspectos como el cierre de los colegios aumentó las tareas del hogar, empezando por la educación de los niños, la alimentación, la limpieza y las medidas de cuidados en la casa que incrementan el aseo, «a esto se suma la responsabilidad del teletrabajo que muchas veces es catalogado como ineficiente al dejar de lado todo lo que asumen las mujeres desde sus hogares».
Como segundo aspecto destacó la situación de las mujeres y niñas en la ruralidad, «las indígenas y afrodescendientes han luchado para entrar en espacio laborare y educativos, la situación actual puede retroceder esta luchas, al ponerla nuevamente en los oficios del hogar, y dificultar aún más el retorno a sus estudios y trabajos»; situación que empeora debido a la poca capacidad tecnológica de las zonas rurales del país, dejando a miles de mujeres incomunicadas.
«Esta esta crisis nos ayuda a analizar lo que ocurre con la economía del cuidado, y la importancia de tomar medidas pedagógicas y cambios culturales y un trabajo de incidencia en política en torno al rol de la mujer».
Viviana Machica | DiPaz
Esta pandemia deja ver lo que ya se venía pasando y se viene agudizando con las mujeres
Según datos presentados por la vocera de DiPaz, «el 73% de la violencia contra las mujeres ocurre al interior de las viviendas especialmente los fines de semana», el estado de confinamiento aumentó significativamente las llamadas en la línea de denuncia de maltrato contra la mujer, poniendo en alerta máximas a las diferentes organizaciones feministas y de Derechos Humanos.
Y agregó que este tipo de contextos no se pueden normalizar, «nuestra lucha es para cambiar esa violencia que ha estado en todo lado, incluso en los marcos bíblico-políticos, que justifican la violencia contra la mujer como orden divina o forma de subordinación para estabilizar la sociedad».
Y antes esta violencia se destacó como las iglesias han venido desarrollando por décadas marcos biblico-teologicos desde las ciencias de la religión, en torno a los compromisos con la mujer y comunidades más vulnerables ante de discriminación y la violencia, «como la comunidad negra, queer, indígena entre otros, intentando superar las brechas, trabajando por un bienestar y un buen vivir para todos y todas».
Es momento de transformar el cuidado de hogar
Machuca concluyó diciendo que, desde las iglesias se ha continuado con el acompañamiento pastoral en fortalecimiento de las redes de las mujeres para mantener en diálogo estrategias comunicativas, con mensajes muy claros, «en nuestro caso más concreto destinamos parte de los recursos para las familias rurales y más vulnerables como entregas de alimentos, kits de aseo, fortalecimiento de las líneas de atención y procesos de capacitación al sector religioso en respuesta a la emergencia».
Paras las participantes de este conversatorio una de las reflexiónes fue, «este momento en donde podemos estar todos y todas en casa, es la oportunidad para transformar las lógicas en torno al tema del cuidado, e incentivar a quienes no estaban en los trabajos del hogar a dimensiones lo que significa y distribuir las cargas laborales al interior del hogar».
Y señalaron que es necesaria la contundencia por parte de los líderes eclesiales, para llevar el mensaje de cero violencia al interior de la casa, así como la distribución de las cargas y la educación en los hogares, «este es un mensaje a la no violencia, y a la luchando con directa para hacia quienes aún están de acuerdo con el castigo físico».