27 NOV 2018
Lácidez Hernández, Dipaz Antioquia
Como parte de la red de Dipaz, la Confraternidad Carcelaria de Colombia hace presencia en 106 prisiones alrededor del país, lugares en los que vienen realizando desde mediados de los setenta, programas que apuntan a acompañar a las personas privadas de libertad que contribuyan a transformar sus vidas y establecer una relación con Dios.
De entre todos los programas que realiza la organización, su director, el pastor y teólogo Lácides Hernández destaca los programas sobre justicia restaurativa que realizan desde 2004 en los que impulsan un encuentro entre víctimas y prisioneros, ya sean excombatientes de las FARC o autodefensas quienes visitan a las comunidades víctimas de la violencia para comenzar un camino de reparación y contribuir a la paz a través del siguiente proceso:
1. Sensibilización
El primer paso se enfoca en entrar en contacto con la comunidad en la que se trabajará, se establecen alianzas con las Alcaldías y se les pone al tanto del proceso de intervención, finalmente se invitar a los excombatientes quienes durante ocho encuentros a lo largo de dos meses, una vez a la semana se reunirán para comenzar un proceso de reparación.
2. Compartir testimonio
Durante los encuentros todo gira alrededor de la Justicia Restaurativa, se habla del crimen cometido y el impacto que este causó sobre las familias y el entorno de la comunidad. Víctimas y ofensores se escuchan, cuentan sus historias y “confiesan con dolor o con sentimiento lo que sucedió, no solo lo expresan, lo sienten” explica el teólogo.
3. Reconocimiento
Posteriormente se habla de asumir la responsabilidad para que la víctima sopese su dolor para que tanto el ofensor reconozca el daño cometido y que la víctima pueda afrontar sus sentimientos y la forma en que llevará la vida.
Según el pastor Hernández, las víctimas en este proceso son muy dinámicas, pues además de abordar el perdón, estas tiene como prioridad conocer la verdad de lo que sucedió.
4. Labor Social
El proceso de encuentro entre ambas partes se realiza alrededor de un proyecto común que beneficia a la comunidad en la que se participa, realizando una obra social como pintar una escuela construir un puente o mejorar una cancha de fútbol, espacio donde tanto ofensores y víctimas trabajan de la mano.
5. Retroalimentación
Después de concluido el proyecto, se realiza una celebración que integra de forma definitiva a ambas partes, una congregación que resulta la parte más motivadora para la Confraternidad Carcelaria.
El ver a una víctima abrazada con su ofensor y convertir este encuentro en “algo positivo que les permita construir un nuevo proyecto de vida” lleva al teólogo Hernández a concluir que en Colombia deben plantearse nuevas forma de abordar el delito y que el camino para lograrlo es a través del diálogo y el encuentro, una responsabilidad que debe asumir toda la sociedad.