Peregrinaje por la paz de Colombia

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Desde el 27 de mayo de 2019 hasta el 7 de junio, el Diálogo Intereclesial por la Paz –DIPAZ- realizó un Peregrinaje por la Paz en Colombia ante agencias de Naciones Unidas presentes en Colombia, actores políticos y eclesiales en New York, Washington, Chicago (EU), Ginebra (Suiza) para compartir los avances, las preocupaciones y las acciones para seguir el camino hacia una sociedad en paz.

Nuestra voz se basa en la observación y compartir directo con diversas comunidades que continúan padeciendo el conflicto político armado, las operaciones de tipo paramilitar, la mentalidad militar de enemigo interno, las nuevas criminalidades; así como, la veeduría que desarrollamos al Acuerdo entre el Estado colombiano y las FARC a partir de visitas y diálogos con excombatientes.

Entendemos desde la palabra de Dios que “El fruto de la justicia es la paz” (Isaías 32:17) y que “El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán, la verdad brotará de la tierra y la justicia mirará desde el cielo” (Salmo 82:10) y en ejercicio de nuestra misión profética y el compromiso que nos confiere el artículo 22 de la Constitución Política Nacional sobre el derecho a la paz constatando:

1.    Que la dejación de armas de 13 mil ex integrantes de las FARC-EP es una realidad, que anima a la construcción de una sociedad incluyente. Más allá de los débiles esfuerzos por cumplir los compromisos pactados por el nuevo gobierno, observamos su tenacidad a pesar de la matanza de 138 de sus integrantes y algunos de sus familiares, siguen siendo esperanza en sus apuestas cooperativas, y su disposición a comparecer ante la Justicia especial para la paz –JEP-, la Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición –CEV-, la Unidad de búsqueda de personas desaparecidas –UBPD-.

2.    Que las comunidades del Chocó, Nariño, Valle, Córdoba, Cauca y Atlántico siguen siendo sometidas a operaciones militares entre contradictores que pretenden lograr controles territoriales que los ponen en riesgo de desplazamiento, que los han confinado y -en particular- a través de las nuevas formas de paramilitarismo les mantienen silenciados, sometidos a sembrar coca. Muchos de ellos amenazados sin poder denunciar ante el riesgo de ser asesinados, las mujeres intimidadas y presionadas para eventuales usos y abusos sexuales.

3.    Que las revelaciones realizadas por el New York Times de las directrices de operación militar a las fuerzas regulares, se reflejan en los territorios con las expresiones que realizan los militares sobre las comunidades, los líderes comunitarios y con su ineficacia y tolerancia con grupos criminales.

4.    Que sectores de gobierno y el propio presidente Iván Duque, infortunadamente, están salvaguardo los intereses de un partido de gobierno y de grupos muy poderosos, obstaculizando la posibilidad de esclarecimiento judicial a través de la JEP, esclarecimiento histórico y convivencia en la CEV, generando zozobra en las víctimas, en excombatientes de las FARC, ex militares, exparamilitares y los llamados terceros, y un peligroso “Estado de Opinión” que atenta contra las formas de Estado de Derecho.

5.    Que la construcción de paz debe pasar por respetar lo acordado con las FARC y generar un nuevo espacio de acercamiento y de apertura para reiniciar las conversaciones con el ELN.

6.    Que existe un compromiso de partidos políticos que están posibilitando la idea de una paz democrática que logre proteger los acuerdos, una rama judicial -que en medio de los ataques- viene salvaguardado su independencia.

7.    Que hay una ciudadanía expresada en movilizaciones por los derechos ambientales, sociales, juveniles, de las mujeres y los niños que se asocian a la importancia del derecho a la paz. Iniciativas de iglesias como el “Escudo Humanitario” impulsada por el Monseñor Darío Monsalve, Obispo de Cali, en respuesta a la necesidad de protección de comunidades y líderes sociales.

Por eso, hemos abogado ante todo el Sistema de Naciones Unidas por renovar el mandato de la Misión de Verificación de Naciones Unidas para Colombia, por la continuidad de la OACNUDH, por la protección y no estigmatización de líderes sociales y defensores de derechos humanos, por las garantías al funcionamiento de la JEP como mecanismo para enfrentar la impunidad; por la protección de los excombatientes de las FARC y la adopción de prontas medidas para estimular su reincorporación, incluyendo el respeto a los Planes de Desarrollo Territorial ante su desmonte práctico; el cumplimiento integral de lo acordado entre el Estado y las FARC en noviembre de 2016. También hemos depositado los avances de los acuerdos en la mesa de conversaciones en Quito y en La Habana entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y el ELN, en particular, nuestros aportes y los de la sociedad en su conjunto a ese diálogo, y nuestro impulso a Acuerdos Humanitarios en New York, Washington, Chicago.

Agradecemos a los países miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a la Oficina de Relatores de UN en Ginebra, el habernos recibido y escuchar nuestras opiniones, y al Consejo Mundial de Iglesias –CMI-, Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos, Presbiterian Peace Fellowship –PPF- y otras organizaciones ecuménicas en Nueva York por su apoyo ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; y a ACT Alliance y Federación Luterana Mundial FLM por su apoyo en Ginebra, así como de todas las iglesias de América Latina, que nos han apoyado en este Peregrinaje por la Paz

Colombia, junio 8 de 2019

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